También Huapalcalco es la sede de un singular fenómeno natural, al estar su paisaje delimitado por los pedregosos acantilados de los cerros denominados “La Mesa” y “Huiztli”. Cada solsticio de invierno, que tiene lugar en uno de los últimos días de diciembre, es posible ver durante el crepúsculo la luz solar ingresar precisamente a través de la cueva existente en el acantilado de la cueva del Huiztli, llamada “Sala de armas” o cueva del solsticio.

Dicha cueva, de formación geológica, fue usada por los antiguos humanos, que legaron el hollín en lo profundo de su cavidad y las fascinantes figuras antropomorfas y zoomorfas en sus muros.

Desconocemos el papel o los diversos papeles que pudo haber tenido este fenómeno para los ancestrales habitantes de Huapalcalco en sus distintos momentos. Pero resulta tremendamente interesante fantasear respecto a los posibles significados que pudo haber tomado este fenómeno natural en las diversas culturas que muy probablemente las presenciaron. ¿Será que los enigmáticos teotihuacanos, adoradores del sol, festejaban este momento? ¿O qué los toltecas veían en el solsticio la llegada de Quetzalcóatl? ¿Cuán atrás en el tiempo este acontecimiento periódico pudo haber tomado una significación para los hombres?

Aún en la actualidad, presenciar el suceso puede causar sensaciones fantásticas. Es maravilloso apreciar la forma en que, por unos cuantos minutos, la luz solar inunda el interior de la cueva haciendo visibles varios de sus recovecos. El momento es único y la coincidencia sublime. Por un momento, esa cueva se torna el ombligo del valle y su centro, un receptor de energía. Es de suma importancia difundir la existencia de este acontecimiento e incluirlo en el repertorio de características que distinguen a Huapalcalco y hacen del lugar merecedor de ser nombrado patrimonio.